El feminismo, un movimiento que ha luchado por décadas para reivindicar los derechos de las mujeres históricamente postergados, podría estar enfrentando un momento de crisis sin precedentes. Esta tensión no solo se manifiesta en los debates internos sobre las posturas del movimiento Woke en Estados Unidos, sino también en la instrumentalización de las causas feministas para intereses personales que, en algunos casos, han derivado en acusaciones falsas. Ejemplos recientes, como el mediático enfrentamiento legal entre Johnny Depp y Amber Heard, o el caso del alto ejecutivo del Banco Central chileno, Enrique Orellana, acusado y posteriormente absuelto, por su exesposa, de violar a sus hijas, son solo la punta del iceberg de un problema más profundo.

Ahora, en un giro paradójico, un aliado histórico del feminismo se encuentra en el ojo del huracán: Alberto Fernández, el exmandatario argentino que se ganó el título de «el primer feminista» por su apoyo irrestricto a la legalización del aborto en Argentina. Hoy, Fernández enfrenta una grave acusación de violencia de género presentada por su exesposa, Fabiola Yáñez. Paradójicamente, el mismo movimiento que él apoyó ahora lo juzga, dispuestas a ignorar un principio fundamental del derecho: la presunción de inocencia.

Lo que comenzó como una denuncia por supuestos abusos físicos ha escalado rápidamente, con implicaciones que van más allá de lo personal, alcanzando la esfera política y judicial. Entre contradicciones, fotografías dramáticas y un entorno mediático que alimenta la controversia, el caso Fernández-Yáñez se ha convertido en un culebrón nacional que promete seguir ocupando las portadas de los medios durante mucho tiempo. No solo por las alegaciones en sí, sino por las ramificaciones políticas que podrían estar afectando la imparcialidad del proceso, con la sombra de antiguos enfrentamientos judiciales y la desconfianza en el sistema judicial argentino. Así son los hechos.

El caso de Alberto Fernández comenzó a tomar relevancia en 2022, cuando el exmandatario presentó una denuncia penal tras la filtración de un chat privado entre jueces nacionales, funcionarios de la Ciudad de Buenos Aires y directivos del diario Clarín. En estos intercambios, que generaron una tormenta política y mediática, aparecía involucrado el juez Julián Ercolini, quien ahora tiene la responsabilidad de llevar adelante las acusaciones contra Fernández. Este contexto, que combina viejos enfrentamientos y la falta de confianza en la justicia, añade un espeso velo de sospecha sobre la imparcialidad del proceso.

El 6 de agosto de 2024, Fabiola Yáñez, ex Primera Dama y exesposa de Fernández, presentó una denuncia por violencia de género, alegando haber sido víctima de abusos físicos a manos del expresidente. Entre las pruebas que aportó a la causa judicial se encuentra un video en el que se la ve cuidándose un golpe en el ojo, que, según su versión, coincide con una fotografía enviada a la secretaria de Fernández. No obstante, Yáñez admitió haber perdido otras pruebas fotográficas cuando, según afirma, “extravió el celular durante una mudanza”. Este detalle no ha pasado desapercibido y ha alimentado la especulación sobre la veracidad de sus alegatos.

Una de las acusaciones más delicadas de Yáñez contra Fernández es la de hostigamiento, una denuncia que llevó a un allanamiento en la vivienda actual del exmandatario en busca de pruebas en su teléfono. Sin embargo, los registros de chat entre ambos revelan que la última conversación de WhatsApp se produjo antes de que ella hiciera la denuncia formal, sembrando dudas sobre la narrativa presentada por la denunciante. Además, Yáñez acusó a la exministra de Género y Mujeres, Ayelén Mazzina, de no haberle brindado asistencia cuando pidió ayuda para enfrentar la situación de violencia. Mazzina desmintió categóricamente estas afirmaciones, calificándolas de falsas, lo que provocó un cruce de versiones entre ambas partes.

El caso se complicó aún más con la difusión de chats entre Yáñez y Fernández. En uno de los mensajes, Yáñez recrimina al expresidente por no haber ayudado económicamente a su familia, a pesar de que previamente había insistido en que el dinero no era una motivación para ella. Esta contradicción ha puesto en tela de juicio la autenticidad de las motivaciones detrás de la denuncia, generando un intenso debate público.

Por otro lado, el exintendente de la Quinta de Olivos declaró recientemente que el ama de llaves de la residencia presidencial le había informado sobre caídas de Yáñez en el baño, lo que podría explicar algunas de las lesiones mencionadas en la denuncia. Sin embargo, la interpretación de estos hechos sigue siendo un tema de debate, ya que la ex Primera Dama sostiene que las lesiones fueron resultado de agresiones por parte de Fernández.

Para añadir más confusión, existen informes médicos que sugieren la posibilidad de pinchazos de plasma en el ojo de Yáñez, lo que podría ser una pieza clave de evidencia. Sin embargo, estos informes aún no han sido divulgados públicamente. Además, un diagnóstico previo de bipolaridad y trastorno de la personalidad en Yáñez podría influir en la percepción de la credibilidad de sus acusaciones, un aspecto que los defensores de Fernández han comenzado a enfatizar en su estrategia de defensa.

Esta semana comenzó la declaración de testigos reservados, que trabajaron en la residencia presidencial y en la residencia anterior a su mandato, quienes, según fuentes cercanas al expresidente, desmentirán las acusaciones de Yáñez, complicando aún más un caso que ya ha captado la atención de la opinión pública no solo en Argentina, sino en todo el mundo.

A medida que la investigación avanza, el caso de Alberto Fernández sigue siendo objeto de intensos análisis y especulaciones. Lo que está en juego no es solo la reputación de un exmandatario, sino también la integridad del movimiento feminista y la confianza en las instituciones judiciales de Argentina. En un clima donde la verdad parece diluirse entre versiones contrapuestas y narrativas mediáticas, el desenlace de esta historia podría tener implicaciones duraderas para el futuro del feminismo y la política en el país.

Nuestro espacio COLUMNAS DE OPINIÓN es abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor/a, y no refleja necesariamente la línea editorial de Contingencia Chile.

Si deseas enviarnos tu Columna, puedes escribir un mensaje al Instagram @contingenciachileradio