Las condiciones objetivas, aspectos coyunturales socioeconómicos y políticos, siempre han sido gravitantes en el surgimiento, ascenso y caída de grandes liderazgos políticos en la historia del hombre. El autor británico Ian Kershaw, en su libro «Personalidad y poder» plantea «El alcance del impacto histórico de un individuo, adquiere mayores dimensiones en el transcurso de una terrible conmoción política o después de ella, cuando las estructuras se desmoronan«. Si bien, hace sentido a partir de un «común denominador» aplicado desde dictadores a gran escala hasta grandes lideres democráticos europeos, en esencia ¿Que hace transitar a ciertos lideres el camino del impacto global?.

Hoy vemos como el pueblo venezolano más que nunca clama libertad, y ésta tiene cara de mujer, María Corina Machado, quien emerge con un liderazgo marcado por la valentía y sagacidad, pero sin acotarse en ello levanta con explicita fuerza banderas ideológicas, éticas y morales sin parangón, en un entorno de crisis institucional, ciertamente adverso y profundamente violento, logrando desde la vereda del liberalismo económico convencer sobre la falsedad ideológica de la panacea marxista de Chávez, como una ultima luz de esperanza.

María Corina Machado, transitando desde un conservadurismo más exacerbado a una moderación calculada pero genuina, ha logrado convertirse en la personificación misma de la libertad para todo un pueblo y la comunidad internacional, especialmente quienes comulgamos con su matriz ideológica. Nacen en el diario ilustraciones de ella, galopando sobre un corcel teñido de los colores de Venezuela, a quien domina perfectamente y ajustando las riendas con toda seguridad dirige hacia su destino contra alacranes, escorpiones y otros seres, en la practica, aun mas venenosos, con frases como «Ayer fue Simón Bolívar, hoy María Corina Machado«.

¿Circunstancias? ¿Mero sentido de la oportunidad? ¿Mesianismo? ¿Carisma? en la práctica da igual. María Corina Machado, la mujer, indiscutiblemente el rostro heróico de la libertad.

Otras de ella con armadura de metal y espada, liderando la batalla cual doncella D ́Orleans, con su corazón puesto en el llamado divino y la fe, con atisbo de vocación de mártir y cierto halo de santidad. No podemos si no evidenciar el peso de la persona tras las circunstancias y visualizar en la distancia como nace una heroína, comprensiva y tenaz como califica Max Weber a los grandes lideres carismáticos y conectada con su fe, sentido del deber y trascendencia, características propias de los liderazgos morales planteados por Jaime Guzmán, una segunda dama forjada en hierro, un liderazgo femenino sin igual en lo local, proyectado desde su feminidad en cada detalle, lo que incomprensiblemente la hace lejana a ciertos colectivos «feministas» de la región que, compasiva y maternal, abraza a cada niño venezolano sembrando esperanza.

¿Circunstancias? ¿Mero sentido de la oportunidad? ¿Mesianismo? ¿Carisma? en la practica da igual. María Corina Machado, la mujer, indiscutiblemente el rostro heroico de la libertad.

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